Aunque en estos mas de 2 mil años siempre predominó, lo religioso, lo económico, lo político, lo legal y en pocas ocasiones lo científico, hay quienes creímos que el arte era y es una opción de vida, de desarrollo humano, hay quienes crecimos creyendo que podíamos ser mágicos en lo nuestro que es distinto de ser experto. Aún así con todas las obras del pasado y el presente en que los artistas hemos demostrado nuestros potenciales creativos y sociales, nuestra infinita contribución al bienestar de la sociedad, aún así fuimos expulsados del paraíso de las decisiones y declarados entretenedores. Con los instrumentos desafinados de la fe, o la violencia, o la ley, a veces todos ellos juntos, los grises de siempre, impusieron verdades absolutas de otros quehaceres humanos, no de los artísticos. El arte no ha tenido oportunidad de demostrar una forma de pensamiento de desarrollo social y colectivo, de crecimiento y progreso. Han sido las visiones de la religión, la política, la economía, la sociología, la jurisprudencia (los grises) las que han predominado. Los artistas por estar ocupados en pintar, en componer músicas, en escribir poemas, nos despreocupamos del orden del sistema, fuimos ingenuos al creer que los “otros” lo harían bien, que administrarían justicia, paz e igualdad. Fuimos ingenuos. Ya no lo somos mas. Los imaginativos y creativos de la música, el teatro, la danza, la poesía, las narraciones, ilustraciones, pinturas, novelas, películas, diseños, coreografías, montajes, todos los que caminamos por los laberintos del arte sabemos que el poder está allí y sabemos que lo hacen mal. Que hubiese pasado si se hubiese hecho habitual, cotidiano, permanente, el tipo de visión de Leonardo Da Vinci, o Artemisia Gentileschi, o Beethoven, o Dali, o Chaplin, o Delia Derbyshire, o Frank Zappa, o Elena Garro, o Atahualpa Yupanqui, o Violeta Parra, o Ali Farka Touré. Qué habría sucedido en los cerebros y emocionalidad de la humanidad si por siglos el arte hubiese tenido la misma importancia y valor de los otros quehaceres humanos, como la religión, la política, la economía?. Sin duda las combinaciones neuronales tendrían un funcionamiento distinto, mas integral, mas creativo, mas inclusivo. Sin duda los niños del mundo crecerían alimentados por pensamientos artísticos, mas justos y armónicos, mas respetuosos de la naturaleza, mas dispuestos a la exploración, la innovación, a la integración, a la belleza y a entender que los seres humanos no somos la guinda de la torta, apenas una hoja de un gran árbol.